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descripción del barrio desde mi posición política

voy a utilizar el estracto de un documento elaborado por el Colectivo de Jóvenes de la Coma,  en el que describen desde una subjetividad militante la realidad social del barrio con las características que lo definen y conforman.

puede ser un punto de partida interesante y motivante para el debate que pretende este espacio, 

 

 

 

 

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 EL BARRIO DE LA COMA.

 

El barrio de la Coma es un barrio nuevo, formado íntegramente por viviendas sociales que se han ido ocupando paulatinamente por familias empobrecidas a partir de la rehabilitación de otras zonas urbanas de Valencia y alrededores, las nuevas infraestructuras y proyectos urbanísticos han exigido la reubicación de las familias sin recursos, principalmente de cultura gitana, que vivían en esas zonas en condiciones precarias.

 

El barrio desde sus orígenes ha soportado el fuerte conflicto social asociado a las situaciones de pobreza, desempleo, desarraigo y marginación que vivían sus habitantes sumadas a la falta de infraestructuras y recursos públicos de los que dispone el barrio, (pensado inicialmente como un barrio residencial para clase media) y también al aislamiento y lejanía de núcleos urbanos normalizados (está rodeado de autovías), conformándose desde el principio como un barrio marginal de fuerte problemática social.

 

Así, tanto en la sanidad como en la educación, en los transportes, en ayudas sociales o en la promoción de actividades económicas, la situación del barrio ha sido siempre muy deficitaria y en clara desigualdad y desventaja social con respecto a otras zonas urbanas circundantes.

 

Esto provocó actuaciones institucionales, en el decreto 157/1988 fue declarado Barrio de Acción Preferente por la Generalitat Valenciana, con las políticas compensatorias que implica.

 

Actualmente la situación del barrio sigue siendo preocupante, la desigualdad con respecto a otras zonas ha ido aumentando y las problemáticas sociales agravándose, consolidándose la marginación social y las situaciones de carencia crónica de sus habitantes.

 

El barrio cuenta con unos 4500 habitantes, un 40% de cultura gitana, de un nivel socioeconómico muy bajo (todos viven ahí por sus rentas bajas, ocupando viviendas sociales promovidas por el IVVSA, Instituto de la vivienda de Valencia), hay un alto nivel de desempleo, casi todas las familias son usuarias cotidianas de los servicios sociales, necesitando subsidios y ayudas para poder subsistir.

 

La población carcelaria es también muy importante, siendo más de 300 las personas que están entrando y saliendo de los centros penitenciarios, con el nivel de desestructuración que eso conlleva.

 

La población es muy joven, hay dos colegios públicos, ambos CAES para facilitar la adaptación curricular de los chavales.

 

A partir de los 14 años es muy común el absentismo escolar siendo los programas de educación de calle y no formal los que cobran relevancia. Aún con ello son muchos los menores que están cumpliendo medidas judiciales.

 

El nivel de analfabetismo funcional es muy alto, tanto de los jóvenes como de las adultas, por lo que se viene realizando desde hace varios años programas de educación permanente de adultos.

 

El tejido productivo y de servicios es casi nulo, (no hay ni siquiera un supermercado en todo el barrio). Lo que implica mucha movilidad de sus habitantes para poder comprar y también ofrecer su fuerza de trabajo a empresas o a particulares, en especial las mujeres que trabajan en servicio doméstico, esto se convierte en un problema por la deficiente red de transporte público que abastece al barrio.

 

Las ocupaciones más comunes en el barrio son la venta ambulante, el trabajo doméstico y la construcción, esta última sobre todo para chavales jóvenes.

 

La mayoría de las mujeres hacen trabajos no remunerados de cuidado de los hijos y sostenimiento del núcleo familiar, fuera del mercado laboral, lo que implica dinámicas muy consolidadas de feminización de la pobreza.

 

También es muy alta la tasa de medicalización, son muchas personas, en especial mujeres, las usuarias permanentes de los servicios de salud mental del barrio, habiendo un alto consumo de ansiolíticos y antidepresivos.

 

En el ámbito de salud también es relevante la alta población politoxicómana, con todos los problemas sociales de marginación que implica dicha situación.

 

Si bien todos estos perfiles son comunes en los sectores marginados de la población, lo más relevante del barrio de la coma es su concentración, ya que al ser la totalidad de viviendas sociales y de población sin recursos, la vida cotidiana se estructura y organiza en función de dichas problemáticas generando una idiosincrasia muy particular.

 

Las características del barrio que fundamentan las de la asociación son las siguientes:

 

El aislamiento.

 

El barrio de la Coma está en territorio de nadie[1], pertenece administrativamente a Paterna pero lo separa del municipio la pista de Ademuz, barrera infranqueable, puesto que no hay ningún puente. Además de esto el Ayuntamiento pasa olímpicamente de lo que pasa en el barrio, siendo sus inversiones en servicios e infraestructuras casi nulas, solo los Servicios Sociales hacen aquí su agosto.

 

El núcleo urbano con servicios más cercano es Burjassot, que está a unos 3 kilómetros y es el lugar donde los vecinos hacen sus compras. Ir a Burjassot es o lento (30 minutos andando) o caro 1 euro en bus, o tranvía, por lo que sólo se va en contadas ocasiones. Esto hace que la mayoría de la gente pase horas y horas sin salir del barrio, sobre todo los más pequeños.

 

 

El fuerte sentimiento de arraigo y pertenencia de sus habitantes.

 

Es una consecuencia clara del aislamiento. El aislamiento da a las vecinas del barrio un sentimiento muy fuerte de territorio, todo el mundo se conoce y queda muy definido quién pertenece al barrio y quién no, dándose una gran identificación de las personas con su barrio, como el espacio propio, en el que se conocen los códigos, a la gente y único lugar donde no se es extraño. Todo lo que hay fuera del barrio queda lejos, desconocido y ajeno. Por ejemplo los nanos y nanas cuando van por a valencia van de excursión, nada les es familiar, en la adolescencia se sale un poco más, discotecas, playas, mercadillos y centros comerciales, y poco más.

 

 

La pobreza económica

 

Poca gente vive en el barrio por opción, ser del barrio es una condición que te viene dada por la falta de recursos económicos para poder residir en otro lugar. Todas las viviendas del barrio son sociales, de propiedad de la administración, que las cede el alquiler a las familias sin otros recursos económicos. El barrio es relativamente reciente tiene unos 25 años, el IVVSA[2] compró a bajo precio las viviendas y las fue llenando conforme el crecimiento especulativo de Valencia hizo necesaria la reubicación de familias, la mayoría gitanas, que vivían en asentamientos que molestaban a los planes urbanísticos, así, muchas familias se vieron obligadas a vivir en la Coma sólo por su condición de ser pobres. Esto sigue siendo así. Las familias que consiguen una solvencia económica suelen abandonar el barrio cuando pueden, quedando el la Coma las familias, ya de primera, segunda y tercera generación, que no pueden establecerse en otro lugar.

 

 

La exclusión social y la marginación.

 

 En una sociedad donde el modelo de integración es la capacidad de consumir, y por tanto la disponibilidad de recursos económicos mediante el trabajo asalariado, un barrio caracterizado por el paro y la pobreza y además con unos modelos culturales distintos a los hegemónicos (la población gitana del barrio es mas del 50% y su identidad cultural impregna todo el barrio de la Coma), y por si faltara poco, aislado y escondido en la geografía urbana, es sistemáticamente marginado de las dinámicas sociales normalizadas.

 

Sus habitantes se ven metidos diferentes procesos de exclusión social que son como una fuerza que les devuelve al barrio en cada intento de integrarse o participar en otros contextos o realidades.

 

Estos procesos están regidos por la creación de estereotipos sociales y las dinámicas de estigmatización. El sistema crea unos patrones acordes a sus planteamientos, (gitana, delincuente, drogadicta, inmigrante…), los define y los inculca con todos sus medios y consigue que las sociedad responda a la realidad desde estos esquemas. Estos esquemas terminan siendo interiorizados por unas y otras provocando una estigmatización social que tiene unas consecuencias drásticas en las personas que la viven. Significa el proceso más claro de determinismo social, que impide el desarrollo libre de las personas y obliga a que todas tengan que responder a las expectativas sociales para ser reconocidas el sistema social, algo que es una necesidad básica del ser humano por su condición social, reproduciéndose así el estereotipo y consolidando los patrones culturales del sistema hegemónico.

 

 

El conflicto social y la represión.

 

Una vez consolidada la marginación y la exclusión social, la relación que se da entre el barrio y el resto de la realidad social es de conflicto. Los choques son múltiples cuando lo que funciona es, por un lado el miedo, y por otro la necesidad de autoafirmación. Así las experiencias que tienen en su cuerpo los habitantes del barrio de contacto con “el mundo exterior” no suelen ser agradables, sino más bien lo contrario.

 

La respuesta que da el sistema a este conflicto social es la represión, ya sea directa con policía, jueces y cárceles, o indirecta, con los servicios sociales, obligan a la gente a cambiar sus patrones de conductas bajo la amenaza de hacer todavía más complicada su subsistencia, todo ello dentro de una industria de control social muy evolucionada que garantiza que los problemas sociales que provoca la pobreza se queden en las casas de los pobres sin molestar al resto de votantes.

Y las consecuencias de la represión son fatales y dolorosas. La represión implica un maltrato que tiene las implicaciones íntimas de truncar los procesos de crecimiento y desarrollo personal saludables, si en adultas la experiencia e cárcel muchas veces significa una incapacidad para la vida social en libertad difícil de superar, en niños y adolescentes, la represión significa la conformación de personalidades en base a modelos impuestos que sólo encuentran castigo en el mundo normalizado.

 

Y la represión a la infancia y juventud cada día está más extendida, desde la ley de responsabilidad penal de los menores, al la obligatoriedad de asistir una escuela que no está adaptada a las necesidades de la gente y que tiene una función control, y también como no, con las leyes de protección de la infancia, que desde su concepción de “desamparo” criminalizan los modelos culturales de la gente empobrecidas justificando el secuestro de niños y niñas.

 

Las manifestaciones de la represión en sus múltiples caras son una realidad constante en el barrio de la Coma, realidad que determina la vida de sus vecinos y vecinas.

 

 

Espacio de experimentación de los modelos de intervención social de administración.

 

El barrio de la Coma cuando se creó era una bomba de relojería. Tanta concentración de problemáticas sociales necesariamente iban a generar efectos no deseados para la administración, así pronto se decretó el barrio de la Coma como barrio de acción preferente de la comunidad (B.A.P), y con ello se incluía en una categoría especial para las políticas sociales, que implicaba, por un lado competencias autonómicas y no sólo municipales, como suele ser, y por otro unas partidas presupuestarias especiales para desarrollar políticas sociales.

 

Y lo que podía haber sido algo de compensación por la barbaridad que había significado construir un barrio como la Coma, significó una agresión más a sus habitantes. La Coma vivió un desarrollo impresionante del sistema de Servicios Sociales y de intervención institucional, que además de cargarse el movimiento vecinal combativo que había en el barrio, despolitizándolo y ahogándolo en el juego de subvenciones y favores, significó la construcción de una red tupida de control social.

 

Esta intervención por parte de la administración ha ido evolucionando adaptándose a las nuevas circunstancias, pero siempre con la lógica del control social. De hecho ha habido reivindicaciones vecinales de que los recursos de la administración se inviertan en infraestructuras en el barrio o en proyecto que reporten beneficios directos a las personas afectadas. El barrio sigue siendo muy precario en servicios y la mayoría de los recursos se destinan a los sueldos de los profesionales y los problemas sociales ahí siguen estando, perpetuando la necesidad de intervención y por tanto de enriquecimiento de uno a costa de las demás.

 

 

La falta de recursos para los niños, niñas y la gente joven del barrio.

 

La negación de políticas sociales que repercutan y beneficien directamente a las personas afectadas es especialmente dura es los sectores jóvenes, también por sus necesidades especiales. Así, por un lado viven el aislamiento del barrio y la dificultad de salir, y por otro dentro del propio barrio encuentran muy pocas alternativas, ni de ocio, ni de formación, ni laborales, esto dificulta mucho su desarrollo y los lleva a una situación de desventaja social que termina por consolidar la realidad de marginación del barrio, además del sufrimiento y angustia que significa en sus propias vidas.

 

 

La existencia de una importante red social de apoyo mutuo y vida comunitaria.

 

La base de cultura gitana que tiene el barrio, con una gran valoración de la familia hace que exista menos fragmentación social que en otros lugares, tías, primas, hermanas, son elementos de una red social que sirve de protección y de cuidado frente a las agresiones externas, del mundo payo y la institución. La existencia de dicha red y las implicaciones que tiene en procesos como la crianza de los nanos y las nanas dan una particularidad especial, y muy bonita a la vida social del barrio, y que se expresa de diferentes formas, como por ejemplo en la presencia de los niños y niñas en la calle a cualquier hora del día, aparentemente “desamparados”, pero bajo una red muy eficiente de supervisión familiar y cuidado.

 

 

La particularidad de las situaciones que viven las mujeres jóvenes del barrio.

 

Las nanas del barrio viven a la vez la fuerza del modelo social de la familia, en la que tiene un papel reservado tan fundamental como, a veces, opresivo, y las ganas de desarrollar su individualidad en base a otros modelos culturales menos deterministas. Esto junto al aprendizaje vital que tiene por haber visto como las mujeres de sus familias han sido las que en la mayoría de las casos han cuidado de ellas y se ha preocupado no sólo del trabajo doméstico sino también de la subsistencia y de la reproducción de la vida, y también han visto las consecuencia que tienen estas opciones, las de sus madres y abuelas, en el sistema patriarcal, les hace situarse frente a la vida de una manera muy especial, son mujeres con mucha fuerza y a la vez muy condicionadas por las situaciones que viven, que llevan en su cuerpo la posible alternativa a la realidad social que sufre, un alternativa que ha de pasar por la emancipación sin abandonar el cuidado a la comunidad a la que pertenecen.

 



[1] Ahora empiezan a acercarse las constructoras y especuladores. Entre el Kinépolis que se hizo en la parte norte del barrio y el desarrollo de la zona de Burjassot, con el Canal Nou y las instalaciones de la universidad de Valencia, se está cambiando la zona, construyendo viviendas de ricos o clases medias hipotecadas. Esto junto al tranvía que ha sido recientemente inaugurado, parece cambiar las condiciones geográficas del barrio, pero pasaran algunos años para que los cambios se vean los cambios de manera general de la población. De momento lo que pasa es que la Coma empieza a parecer un lugar molesto a las gentes de alrededor y goloso para los constructores, lo que da una sensación de inseguridad a las vecinas, acostumbradas a ir de un lado para otro en función de los intereses del poder económico y político. Un hecho que puede significar una luz de alarma es alto número de desahucios que empieza a haber en el barrio y también la imposibilidad de los vecinos de comprar sus propias casas al IVVSA a causa de la política del Instituto de la vivienda, que no quiere perder las casas por lo que pueda pasar.

[2] I.V.V.S.A significa Instituto Valenciano de la Vivienda Sociedad Anónima. Es la empresa privada que tiene la concesión de administrar las políticas de vivienda de la Comunidad Valenciana. Así las viviendas sociales son gestionadas por una empresa que, como todas, busca el rendimiento económico de sus inversiones. Esto históricamente ha provocado mucho dolor el la gente del barrio, que ha visto como sus derechos básicas, la vivienda entre ellos, han estado subordinados a los criterios de mercado y no a unas políticas sociales que tengan en cuenta las necesidades y el bienestar de las personas. Los desahucios por falta de pago son una de las consecuencias más sangrantes de este sinsentido.

Colectivo de Jóvenes de la Coma 

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1 comentario

Juanan -

De este párrafo:
Un hecho que puede significar una luz de alarma es alto número de desahucios que empieza a haber en el barrio y también la imposibilidad de los vecinos de comprar sus propias casas al IVVSA a causa de la política del Instituto de la vivienda, que no quiere perder las casas por lo que pueda pasar.

voy a discrepar: ha habido deshaucios, pero a su vez ha habido nuevos alojamientos, además, en los contratos de alquiler se da el derecho a poder comprar la vivienda, y por lo tanto no pueden negarse a vender si el inquilino quiere compar su vivienda.