Blogia

accionsocialbarriodelacoma

profundizando en educación

visto el interés mostrado por algún comentario, he decidido centrar en el área de educación el debate, para ello, muestro un texto elaborado por un grupo del barrio sobre absentismo escolar, que apunta lineas interesantes de debate.

 

 

 

 

ABSENTISMO ESCOLAR: Educación y represión.

 

“Cuando los derechos y los deberes se confunden,

 o un policía va a tu casa y te lleva de la oreja al cole.”

 

 

Procedemos de la crítica a la escuela como espacio de control y conformación en base a las características del sistema pero también somos testigas directas de cómo la falta de herramientas instrumentales significan un peso más, y a veces definitivo, para las personas que viven situaciones de marginación social y que se ven por ello, sistemáticamente excluidas de la economía formal, y por tanto del ingreso de recursos por los cauces normalizados, con la consiguiente penalización en forma de necesidades básicas no cubiertas, o por el castigo del delito, o cuanto menos, las vivencias de ansiedad por las desventajas en la integración social como consumidores.

 

Todo ello, junto al papel de la escuela como uno de los ejes vertebradores de la comunidad de nuestro barrio, aunque sólo sea por el servicio de comedor diario, nos hace no mandar a la escuela a la mierda, como se merecería sin más.

 

Pero esta condescendencia se nos hace cada vez más complicada de sostener, el fracaso de la escuela lo pagan de manera cada vez más directa los chavales, además del evidente alejamiento entre las lógicas institucionales y las barriales, la distancia insalvable entre programas educativos y las necesidades formativas de los chavales se va cristalizando ya en conflicto en las aulas, la confrontación de intereses, el sueldo de los maestros frente a las ganas de vivir de los nanos, está haciendo que la escuela muestre su cara menos amable, y ya no pueda disimular su función de control y empiezan a ser los regímenes disciplinarios, ejecutados por maestros, psicólogos de los gabinetes pedagógicos, los que marcan la cotidianidad de los centros.

 

La función policial se hace manifiesta usando la paradoja legal de que la educación sea a la vez derecho como deber de los niños y niñas de un Estado Constitucional. Eso permite que la impotencia de los educadores en la escuela sea trasvasada de manera criminal a los chavales en su obligación de aprender.

 

La escuela no puede asumir el cuestionamiento, tan simple como vital, de que a quien no le valga, pues que no vaya, y entonces aparece el concepto “absentismo escolar” y toda la práctica policial, represiva y de agresión directa a las vidas de las nanas que comporta.

 

Y lo que antes era hacer novillos, fuchina, marrullas, puyas, ahora son expedientes, informes, y trabajo para los servicios sociales y dinero para nuevos programas de rentabilización de los problemas sociales.

 

Y el cerco se sigue cerrando y con ello el maltrato generalizado a la infancia.

 

Y encima de todo, hemos heredado de la generación militante anterior, el buen concepto de la educación, ya sea una educación pública y de calidad, o las escuelas libres, o la alfabetización popular, toda una serie de planteamientos y experiencias que han ubicado la cuestión educativa en el discurso de la izquierda, y que la han dotado de un campo de fuerzas, simbólico (y también institucional puesto que muchos de aquellos no le han hecho ascos al poder político) que repele muchas de las criticas impidiendo el cuestionamiento profundo, llegando incluso a desnaturalizar los procesos sociales que la interpelan.

 

Pese todo, el absentismo en los barrios, la violencia en las aulas, el eufemísticamente llamado “fracaso escolar” (sería muy duro reconocer, sin más, que la escuela fracasa), la violencia con los extranjeros, todo ello se presenta como ajeno a la lógica propia de la educación y a la escuela como su expresión.

 

Y no sólo eso, el concepto de educación sigue estando a salvo, en el territorio del consenso, (el mismo consenso espectacular de la seguridad, o de la democracia) todos los políticos están de acuerdo, (excepto por la cuestión de los curas y algún que otro matiz), se llenan la boca de proclamas electoralistas con el tema de la educación como el bien último que todos quieren custodiar y beneficiarse del tufillo social que emana, ya da igual que sea la educación para el progreso o la educación para la tolerancia.

 

Y la educación se convierte así en una etiqueta de calidad, de reciclaje de palabrotas, aunque el desarrollismo acabe con el planeta, la educación para el desarrollo mola, aunque el capitalismo mate a todo ser vivo, la educación medioambiental es cada vez mejor negocio, o aunque podamos aceptar que haya seres humanos “ilegales” por no tener papeles, es “guay” que nos eduquemos en la multiculturalidad.

 

Y esta etiqueta, además de permitir ciertos juegos verbales con toda la demagogia que queramos, significa en los barrios maltrato real, y eso es en primera y última instancia lo que nos preocupa.

 

El ejemplo más evidente es el de la Ley de Responsabilidad Penal de los menores, una ley penal con una intención explícita educativa, donde a los menores se les castiga con aprender a ser buenos y a no incomodar al vecino. Donde las penas son medidas, las cárceles centros educativos, y las libertades, vigiladas.

 

Al principio lo que nos escandalizaba era como habían tenido la cara dura de vincular la represión con la educación, a los jueces con los educadores, y los policías con los maestros, y nuestras estrategias eran claramente de desenmascarar la impostura, de poner cada uno en su lugar, y a los niños y niñas dejarlos en paz.

 

Y conforme han ido pasando los años (esta ley entró en vigor el 13 de enero de 2001) hemos visto como el experimento de hacer pareja de hecho a concepciones supuestamente tan dispares se ha convertido práctica común de las instituciones represivas y educativas.

 

Así los guardias de seguridad de los centros empiezan a ver que su misión no es sólo pasearse con la porra con cara de estreñido, sino que también pueden echar un cable a los chavales defendiéndoles de los educadores, puesto que total, los educadores son pijos de la universidad y los chavales peña de barrio, como ellos…

 

También los educadores de los Centros de día de los barrios, empiezan a asumir que su curro además de hacer talleres, es de cuidar que no se meta en líos el chaval que han derivado de la administración, informando oportunamente porque de ello depende la subvención…

 

O la asociación de trabajo de calle, que sin darse cuenta se convierte en una asociación para gestionar las libertades vigiladas, pues total, quién necesita más ayuda que los menores con medidas judiciales, por ello tienen una línea presupuestaria específica.

 

Y más, las empresas privadas que gestionan cárceles, son fundaciones sin ánimo de lucro que tienen entre sus fines la educación, y si me apuras, hasta la transformación social.

 

Y es que le funciona, Diagrama, la mayor entidad de gestión de dichos centros, ha aprendido de la educación moderna y progresista de la letra entra, más y mejor, con diazepan que con sangre, y que los chavales se rebotan menos administrándoles su sufrimiento con programas de modificación de conducta que a palo limpio, (sin renunciar a este recuso cuando sea preciso, claro)

 

Organizar las necesidades básicas de un niño o niña, con los planteamientos sociales y morales de lo que está bien, de manera inteligente y competente, dándole forma de programa educativo es lo que están sufriendo la mayoría de los chavales de este Estado. En la familia, en la escuela y en las cárceles se reproduce el mismo esquema, edulcorándolo en función de la tradición política del funcionario.

 

Conforme las necesidades básicas de los chavales, que están en este juego educativo-criminal, son mayores, aumenta la garantía de éxito, y en esto estriba la diferencia fundamental entre las cárceles y los colegios de los barrios, que mientras los primeros gestionan la libertad y la subsistencia de los menores, palabras mayores, la escuela sólo es un sitio donde pasar el rato, por lo que se puede tomar más a choteo, pero al fin y al cabo, la lógica es muy similar.

 

Todos buscan llegar a la culminación del proceso educativo: que el chaval protagonice su propio proceso de reinserción-aniquilación, que canalice sus aspiraciones en la sociedad normalizada y sus afectos hacia las personas que le han transformado en buena persona, conformándose íntimamente en función de lo vivido, dando la dimensión social loable trabajo que les da el sueldo mensual.

 

Y no es de extrañar, que sea algo que se consiga con cierta facilidad en las cárceles de Diagrama, cerrando el círculo del consenso social al hacer al chaval principal ejecutor de su propia pena a cambio de un reconocimiento necesario para la supervivencia en cualquier contexto social.

 

Así pues lo que era una contradicción insalvable (educación-represión) se ha convertido en una pareja organizadora de la mayoría de la intervención que se hace con los menores, asumida sin rechistar por las instituciones históricamente educativas, que han encontrado en la represión la manera de atender a los retos sociales para los que estaban caducos, la herramienta para gobernar las aulas, y también la forma de integrarse en la sociedad, porque qué mejor excusa para hacer amigos, con el policía, con los servicios sociales, o con psicólogo, etc., que pasarse unos informes sobre el caso del niño que la lía en clase y no hay más remedio que expulsarle…

 

Por otro lado, las instituciones históricamente represivas, encuentran en la educación el lavado de cara necesario para los tiempos que corren, y consiguen con ello no perder bocado en la construcción del nuevo sistema de control social, privado y basado principalmente en las intervenciones socioeducativas en los diferentes contextos sociales. ¡Para qué esperar a la cárcel si desde antes se puede ganar dinero a la vez que tranquiliza a la sociedad con los programas preventivos e integradores!

 

De esta manera un Educador Social (la titulación de moda) puede estar “ganándose la vida” en una escuela como responsable del programa de absentismo, o jugando al basket con los chavales que se portan mal en  la clase de matemáticas y pasar, por una de estas derivas en el mercado laboral actual, a ser educador Social en un Centro de Reinserción de menores, y jugar al fútbol con lo chavales en la hora de patio. La esquizofrenia será mínima (nula si juega bien a los dos deportes) puesto que su praxis cotidiana es muy similar: informes educativos, entrevistas con la familia, coordinación con los equipos técnicos de fiscalía, administración de tratamientos psiquiátricos para hiperactividad , etc.

 

Y además, cuando quede a tomar unas cervezas con sus compañeros de facultad, todo normal, cero cuestionamiento, similares circunstancias, incluso quizá les dé para organizar algo en contra de la precariedad laboral de los educadores, y es que la sociedad ha de comprender lo importante y sacrificado de su labor…

 

La subversión es total y la desorientación mayor, estamos en una situación donde las buenas intenciones nutren a las dinámicas de muerte, donde las exigencias al Estado de que asuma sus obligaciones sociales se convierten en salarios de profesionales en los barrios e inmunidad para los funcionarios de prisiones y colegios, la falta de recursos económicos de la gente marginada significa la nueva materia prima del mercado, se puede especular hasta con el hambre, y el derecho a queja de la sociedad civil está monopolizado por los spots de las ONG pidiendo ayudas de emergencia…

 

Pese a todo la vida sigue, y estamos algunas en los barrios intentando buscar vías de juego dentro de todo este marco, un juego que nos alegre la existencia y que canalice nuestras ganas de transformación íntima y social.

 

Y para jugar hemos elegido el ámbito del llamado “absentismo escolar”.

 

Y os invitamos.

 

Queremos orientarnos en toda esta complejidad, queremos organizarnos para que se puedan expresar todas nuestras potencialidades, queremos asumir el protagonismo en las situaciones en las que se desarrolla nuestra vida y las de los chavales de los barrios, sellando una alianza profunda, una opción radical de ponernos a su lado, que no es más que politizar el nuestro.

 

Y no queremos perdernos en debates teóricos ni llegar a la conclusión de que las cosas están muy mal, pero siempre se puede hacer algo…

 

Nos apetece reflexionar en la práctica concreta de una situación que conocemos y que nos afecta de forma cercana.

 

Y hemos elegido el absentismo escolar.

 

El acto de no ir a la escuela pone en marcha infinitos resortes que generan distintas respuestas sociales, de toda índole, más o menos institucionales, pero nunca silencio. Casi todo el mundo tiene algo que decir con respecto al tema, unos culpabilizando y otros intentando escurrir el bulto, y al fin y al cabo todo el mundo intentando legitimar su posición de poder frente al tema.

 

Para nosotras el tema es apasionante porque pensamos que las respuestas que surgen son las que rigen el funcionamiento de nuestra sociedad en un nivel institucional y también en un nivel social y por ello nos apetece analizarlas colectivamente en su conjunto.

 

El control social, el sistema político, la pobreza, son términos generalistas que si bien nos ayudan a explicar el momento social, muchas veces también nos llevan a la inactividad por lo inabarcable de sus implicaciones.

 

En el absentismo escolar, y en el conflicto manifiesto que suscita, se expresan todas y cada una de las anteriores generalidades pero adoptando formas y rostros concretos que posibilitan entablar un diálogo político, y también una práctica, de manera, que nos podemos comprometer con la situación concreta que se vive, transformado la realidad a la vez que damos respuesta a la organización social que nos agrede.

 

Queremos trascender el debate de escuela pública y privada, de escuela y no-escuela, educación formal y educación informal, de pedagogía y antipedagogía, etc.

 

Queremos re-inventar el discurso crítico en el tema de la educación no con una motivación varguardista de rizar el rizo, sino porque lo necesitamos, porque la práctica cotidiana nos obliga a tomar decisiones con respecto a nosotras y las chavalas y es algo que no queremos eludir, en pro de una responsabilidad social que nos otorgamos.

 

 

 

 

 

Diciembre de 2005, ZATOiCHi FORMACIÓN.

 

 

descripción del barrio desde mi posición política

voy a utilizar el estracto de un documento elaborado por el Colectivo de Jóvenes de la Coma,  en el que describen desde una subjetividad militante la realidad social del barrio con las características que lo definen y conforman.

puede ser un punto de partida interesante y motivante para el debate que pretende este espacio, 

 

 

 

 

 *****************************************************************************************

 EL BARRIO DE LA COMA.

 

El barrio de la Coma es un barrio nuevo, formado íntegramente por viviendas sociales que se han ido ocupando paulatinamente por familias empobrecidas a partir de la rehabilitación de otras zonas urbanas de Valencia y alrededores, las nuevas infraestructuras y proyectos urbanísticos han exigido la reubicación de las familias sin recursos, principalmente de cultura gitana, que vivían en esas zonas en condiciones precarias.

 

El barrio desde sus orígenes ha soportado el fuerte conflicto social asociado a las situaciones de pobreza, desempleo, desarraigo y marginación que vivían sus habitantes sumadas a la falta de infraestructuras y recursos públicos de los que dispone el barrio, (pensado inicialmente como un barrio residencial para clase media) y también al aislamiento y lejanía de núcleos urbanos normalizados (está rodeado de autovías), conformándose desde el principio como un barrio marginal de fuerte problemática social.

 

Así, tanto en la sanidad como en la educación, en los transportes, en ayudas sociales o en la promoción de actividades económicas, la situación del barrio ha sido siempre muy deficitaria y en clara desigualdad y desventaja social con respecto a otras zonas urbanas circundantes.

 

Esto provocó actuaciones institucionales, en el decreto 157/1988 fue declarado Barrio de Acción Preferente por la Generalitat Valenciana, con las políticas compensatorias que implica.

 

Actualmente la situación del barrio sigue siendo preocupante, la desigualdad con respecto a otras zonas ha ido aumentando y las problemáticas sociales agravándose, consolidándose la marginación social y las situaciones de carencia crónica de sus habitantes.

 

El barrio cuenta con unos 4500 habitantes, un 40% de cultura gitana, de un nivel socioeconómico muy bajo (todos viven ahí por sus rentas bajas, ocupando viviendas sociales promovidas por el IVVSA, Instituto de la vivienda de Valencia), hay un alto nivel de desempleo, casi todas las familias son usuarias cotidianas de los servicios sociales, necesitando subsidios y ayudas para poder subsistir.

 

La población carcelaria es también muy importante, siendo más de 300 las personas que están entrando y saliendo de los centros penitenciarios, con el nivel de desestructuración que eso conlleva.

 

La población es muy joven, hay dos colegios públicos, ambos CAES para facilitar la adaptación curricular de los chavales.

 

A partir de los 14 años es muy común el absentismo escolar siendo los programas de educación de calle y no formal los que cobran relevancia. Aún con ello son muchos los menores que están cumpliendo medidas judiciales.

 

El nivel de analfabetismo funcional es muy alto, tanto de los jóvenes como de las adultas, por lo que se viene realizando desde hace varios años programas de educación permanente de adultos.

 

El tejido productivo y de servicios es casi nulo, (no hay ni siquiera un supermercado en todo el barrio). Lo que implica mucha movilidad de sus habitantes para poder comprar y también ofrecer su fuerza de trabajo a empresas o a particulares, en especial las mujeres que trabajan en servicio doméstico, esto se convierte en un problema por la deficiente red de transporte público que abastece al barrio.

 

Las ocupaciones más comunes en el barrio son la venta ambulante, el trabajo doméstico y la construcción, esta última sobre todo para chavales jóvenes.

 

La mayoría de las mujeres hacen trabajos no remunerados de cuidado de los hijos y sostenimiento del núcleo familiar, fuera del mercado laboral, lo que implica dinámicas muy consolidadas de feminización de la pobreza.

 

También es muy alta la tasa de medicalización, son muchas personas, en especial mujeres, las usuarias permanentes de los servicios de salud mental del barrio, habiendo un alto consumo de ansiolíticos y antidepresivos.

 

En el ámbito de salud también es relevante la alta población politoxicómana, con todos los problemas sociales de marginación que implica dicha situación.

 

Si bien todos estos perfiles son comunes en los sectores marginados de la población, lo más relevante del barrio de la coma es su concentración, ya que al ser la totalidad de viviendas sociales y de población sin recursos, la vida cotidiana se estructura y organiza en función de dichas problemáticas generando una idiosincrasia muy particular.

 

Las características del barrio que fundamentan las de la asociación son las siguientes:

 

El aislamiento.

 

El barrio de la Coma está en territorio de nadie[1], pertenece administrativamente a Paterna pero lo separa del municipio la pista de Ademuz, barrera infranqueable, puesto que no hay ningún puente. Además de esto el Ayuntamiento pasa olímpicamente de lo que pasa en el barrio, siendo sus inversiones en servicios e infraestructuras casi nulas, solo los Servicios Sociales hacen aquí su agosto.

 

El núcleo urbano con servicios más cercano es Burjassot, que está a unos 3 kilómetros y es el lugar donde los vecinos hacen sus compras. Ir a Burjassot es o lento (30 minutos andando) o caro 1 euro en bus, o tranvía, por lo que sólo se va en contadas ocasiones. Esto hace que la mayoría de la gente pase horas y horas sin salir del barrio, sobre todo los más pequeños.

 

 

El fuerte sentimiento de arraigo y pertenencia de sus habitantes.

 

Es una consecuencia clara del aislamiento. El aislamiento da a las vecinas del barrio un sentimiento muy fuerte de territorio, todo el mundo se conoce y queda muy definido quién pertenece al barrio y quién no, dándose una gran identificación de las personas con su barrio, como el espacio propio, en el que se conocen los códigos, a la gente y único lugar donde no se es extraño. Todo lo que hay fuera del barrio queda lejos, desconocido y ajeno. Por ejemplo los nanos y nanas cuando van por a valencia van de excursión, nada les es familiar, en la adolescencia se sale un poco más, discotecas, playas, mercadillos y centros comerciales, y poco más.

 

 

La pobreza económica

 

Poca gente vive en el barrio por opción, ser del barrio es una condición que te viene dada por la falta de recursos económicos para poder residir en otro lugar. Todas las viviendas del barrio son sociales, de propiedad de la administración, que las cede el alquiler a las familias sin otros recursos económicos. El barrio es relativamente reciente tiene unos 25 años, el IVVSA[2] compró a bajo precio las viviendas y las fue llenando conforme el crecimiento especulativo de Valencia hizo necesaria la reubicación de familias, la mayoría gitanas, que vivían en asentamientos que molestaban a los planes urbanísticos, así, muchas familias se vieron obligadas a vivir en la Coma sólo por su condición de ser pobres. Esto sigue siendo así. Las familias que consiguen una solvencia económica suelen abandonar el barrio cuando pueden, quedando el la Coma las familias, ya de primera, segunda y tercera generación, que no pueden establecerse en otro lugar.

 

 

La exclusión social y la marginación.

 

 En una sociedad donde el modelo de integración es la capacidad de consumir, y por tanto la disponibilidad de recursos económicos mediante el trabajo asalariado, un barrio caracterizado por el paro y la pobreza y además con unos modelos culturales distintos a los hegemónicos (la población gitana del barrio es mas del 50% y su identidad cultural impregna todo el barrio de la Coma), y por si faltara poco, aislado y escondido en la geografía urbana, es sistemáticamente marginado de las dinámicas sociales normalizadas.

 

Sus habitantes se ven metidos diferentes procesos de exclusión social que son como una fuerza que les devuelve al barrio en cada intento de integrarse o participar en otros contextos o realidades.

 

Estos procesos están regidos por la creación de estereotipos sociales y las dinámicas de estigmatización. El sistema crea unos patrones acordes a sus planteamientos, (gitana, delincuente, drogadicta, inmigrante…), los define y los inculca con todos sus medios y consigue que las sociedad responda a la realidad desde estos esquemas. Estos esquemas terminan siendo interiorizados por unas y otras provocando una estigmatización social que tiene unas consecuencias drásticas en las personas que la viven. Significa el proceso más claro de determinismo social, que impide el desarrollo libre de las personas y obliga a que todas tengan que responder a las expectativas sociales para ser reconocidas el sistema social, algo que es una necesidad básica del ser humano por su condición social, reproduciéndose así el estereotipo y consolidando los patrones culturales del sistema hegemónico.

 

 

El conflicto social y la represión.

 

Una vez consolidada la marginación y la exclusión social, la relación que se da entre el barrio y el resto de la realidad social es de conflicto. Los choques son múltiples cuando lo que funciona es, por un lado el miedo, y por otro la necesidad de autoafirmación. Así las experiencias que tienen en su cuerpo los habitantes del barrio de contacto con “el mundo exterior” no suelen ser agradables, sino más bien lo contrario.

 

La respuesta que da el sistema a este conflicto social es la represión, ya sea directa con policía, jueces y cárceles, o indirecta, con los servicios sociales, obligan a la gente a cambiar sus patrones de conductas bajo la amenaza de hacer todavía más complicada su subsistencia, todo ello dentro de una industria de control social muy evolucionada que garantiza que los problemas sociales que provoca la pobreza se queden en las casas de los pobres sin molestar al resto de votantes.

Y las consecuencias de la represión son fatales y dolorosas. La represión implica un maltrato que tiene las implicaciones íntimas de truncar los procesos de crecimiento y desarrollo personal saludables, si en adultas la experiencia e cárcel muchas veces significa una incapacidad para la vida social en libertad difícil de superar, en niños y adolescentes, la represión significa la conformación de personalidades en base a modelos impuestos que sólo encuentran castigo en el mundo normalizado.

 

Y la represión a la infancia y juventud cada día está más extendida, desde la ley de responsabilidad penal de los menores, al la obligatoriedad de asistir una escuela que no está adaptada a las necesidades de la gente y que tiene una función control, y también como no, con las leyes de protección de la infancia, que desde su concepción de “desamparo” criminalizan los modelos culturales de la gente empobrecidas justificando el secuestro de niños y niñas.

 

Las manifestaciones de la represión en sus múltiples caras son una realidad constante en el barrio de la Coma, realidad que determina la vida de sus vecinos y vecinas.

 

 

Espacio de experimentación de los modelos de intervención social de administración.

 

El barrio de la Coma cuando se creó era una bomba de relojería. Tanta concentración de problemáticas sociales necesariamente iban a generar efectos no deseados para la administración, así pronto se decretó el barrio de la Coma como barrio de acción preferente de la comunidad (B.A.P), y con ello se incluía en una categoría especial para las políticas sociales, que implicaba, por un lado competencias autonómicas y no sólo municipales, como suele ser, y por otro unas partidas presupuestarias especiales para desarrollar políticas sociales.

 

Y lo que podía haber sido algo de compensación por la barbaridad que había significado construir un barrio como la Coma, significó una agresión más a sus habitantes. La Coma vivió un desarrollo impresionante del sistema de Servicios Sociales y de intervención institucional, que además de cargarse el movimiento vecinal combativo que había en el barrio, despolitizándolo y ahogándolo en el juego de subvenciones y favores, significó la construcción de una red tupida de control social.

 

Esta intervención por parte de la administración ha ido evolucionando adaptándose a las nuevas circunstancias, pero siempre con la lógica del control social. De hecho ha habido reivindicaciones vecinales de que los recursos de la administración se inviertan en infraestructuras en el barrio o en proyecto que reporten beneficios directos a las personas afectadas. El barrio sigue siendo muy precario en servicios y la mayoría de los recursos se destinan a los sueldos de los profesionales y los problemas sociales ahí siguen estando, perpetuando la necesidad de intervención y por tanto de enriquecimiento de uno a costa de las demás.

 

 

La falta de recursos para los niños, niñas y la gente joven del barrio.

 

La negación de políticas sociales que repercutan y beneficien directamente a las personas afectadas es especialmente dura es los sectores jóvenes, también por sus necesidades especiales. Así, por un lado viven el aislamiento del barrio y la dificultad de salir, y por otro dentro del propio barrio encuentran muy pocas alternativas, ni de ocio, ni de formación, ni laborales, esto dificulta mucho su desarrollo y los lleva a una situación de desventaja social que termina por consolidar la realidad de marginación del barrio, además del sufrimiento y angustia que significa en sus propias vidas.

 

 

La existencia de una importante red social de apoyo mutuo y vida comunitaria.

 

La base de cultura gitana que tiene el barrio, con una gran valoración de la familia hace que exista menos fragmentación social que en otros lugares, tías, primas, hermanas, son elementos de una red social que sirve de protección y de cuidado frente a las agresiones externas, del mundo payo y la institución. La existencia de dicha red y las implicaciones que tiene en procesos como la crianza de los nanos y las nanas dan una particularidad especial, y muy bonita a la vida social del barrio, y que se expresa de diferentes formas, como por ejemplo en la presencia de los niños y niñas en la calle a cualquier hora del día, aparentemente “desamparados”, pero bajo una red muy eficiente de supervisión familiar y cuidado.

 

 

La particularidad de las situaciones que viven las mujeres jóvenes del barrio.

 

Las nanas del barrio viven a la vez la fuerza del modelo social de la familia, en la que tiene un papel reservado tan fundamental como, a veces, opresivo, y las ganas de desarrollar su individualidad en base a otros modelos culturales menos deterministas. Esto junto al aprendizaje vital que tiene por haber visto como las mujeres de sus familias han sido las que en la mayoría de las casos han cuidado de ellas y se ha preocupado no sólo del trabajo doméstico sino también de la subsistencia y de la reproducción de la vida, y también han visto las consecuencia que tienen estas opciones, las de sus madres y abuelas, en el sistema patriarcal, les hace situarse frente a la vida de una manera muy especial, son mujeres con mucha fuerza y a la vez muy condicionadas por las situaciones que viven, que llevan en su cuerpo la posible alternativa a la realidad social que sufre, un alternativa que ha de pasar por la emancipación sin abandonar el cuidado a la comunidad a la que pertenecen.

 



[1] Ahora empiezan a acercarse las constructoras y especuladores. Entre el Kinépolis que se hizo en la parte norte del barrio y el desarrollo de la zona de Burjassot, con el Canal Nou y las instalaciones de la universidad de Valencia, se está cambiando la zona, construyendo viviendas de ricos o clases medias hipotecadas. Esto junto al tranvía que ha sido recientemente inaugurado, parece cambiar las condiciones geográficas del barrio, pero pasaran algunos años para que los cambios se vean los cambios de manera general de la población. De momento lo que pasa es que la Coma empieza a parecer un lugar molesto a las gentes de alrededor y goloso para los constructores, lo que da una sensación de inseguridad a las vecinas, acostumbradas a ir de un lado para otro en función de los intereses del poder económico y político. Un hecho que puede significar una luz de alarma es alto número de desahucios que empieza a haber en el barrio y también la imposibilidad de los vecinos de comprar sus propias casas al IVVSA a causa de la política del Instituto de la vivienda, que no quiere perder las casas por lo que pueda pasar.

[2] I.V.V.S.A significa Instituto Valenciano de la Vivienda Sociedad Anónima. Es la empresa privada que tiene la concesión de administrar las políticas de vivienda de la Comunidad Valenciana. Así las viviendas sociales son gestionadas por una empresa que, como todas, busca el rendimiento económico de sus inversiones. Esto históricamente ha provocado mucho dolor el la gente del barrio, que ha visto como sus derechos básicas, la vivienda entre ellos, han estado subordinados a los criterios de mercado y no a unas políticas sociales que tengan en cuenta las necesidades y el bienestar de las personas. Los desahucios por falta de pago son una de las consecuencias más sangrantes de este sinsentido.

Colectivo de Jóvenes de la Coma 

 *******************************************************************************************************************************

 

 

presentación de este blog: de dónde y hacia dónde....

 

bienvenidos.

La idea de este espacio es intercambiar experiencias e intuiciones sobre la acción social en un contexto tan determinado como es el barrio de la Coma de Paterna, un barrio catalogado de acción preferente por la administración, peligroso por los medios de comunicación y marginado y desconocido para la opinión pública.

Un barrio que para muchas personas significa un espacio vital, de existenciencia cotidiana, de compromiso político y de intervención desde la responsabilidad e implicación con las que siguen sufriendo las contradicciones del sistema en primera persona.

Después de las experiencias, a finales de los años 80, de movilización ciudadana y organización vecinal, y después de las experiencias de los 90 de intervención de la administración con sus políticas sociales, estamos en un nuevo escenario.

Un escenario que se caracteriza por el deterioro del tejido asociativo y de las dinámicas propias del desarrollo comunitario, víctima de las políticas de desmovilización social , y  por la consolidación de un modelo de intervención pública basado en el control social, al servicio de los parametros culturales hegemónicos que confunden la integración con la homogenización.

Todo ello en una realidad donde el conflicto social se expresa cotidianamente en forma de problemáticas sociales que siguen sin regularse consolidando los procesos de  exclusión social y marginación que se dan en el barrio.

Y en este contexto vemos necesario reivindicar un nuevo protagonismo social que integre los aprendizajes históricos con las nuevas potencialidades y reflexione sobre la acción social que prodría enriquecer las diferentes situaciones que se dan en el barrio impulsando las dinámicas propias de evolución y maduración colectiva.

Y las herramientas de este nuevo momento han de ser tambien nuevas, o al menos renovadas, y sin dejar de exigir al estado su responsabilidad política, ni a las asociaciones su papel de canalización de participación ciudadana, se necesita un nuevo lugar donde reprensar las luchas y las acciones, reinventar las prácticas y configurar nuevos horizontes de trabajo social y político.

y este blog puede ser un ingrediente a la hora de producir la nueva subjetividad, que en mi opinión, se necesita para abordar los retos que este sistema plantea en un contexto como puede ser el barrio de la Coma.

Este blog está dirigido especialmente aquellas personas que se piensan el barrio con las ganas de transformarlo y también a otras muchas, que desde contextos similares y motivaciones coincidentes, repiensen sus realidades desde la crítica y ganas de transformarlas, de manera podamos posibilitar un enriquecimiento mutuo.

Estáis todos y todas invitadas a participar en esta construcción tan necesaria y saludable.

F. Manuek Herrero.